UNA MIRADA
Sus manos se mueven con facilidad sobre las brillantes y
blancas teclas de su piano. Con los ojos cerrados y con unos suaves movimientos
de brazos y un ligero contoneo en el taburete de cuero negro, la música alcanza
todas las esquinas de un enorme salón. Hasta los huecos más escondidos y
olvidados de la casa son conscientes de lo que aquellas manos son capaces de
hacer, solo con rozar una partitura escrita en un papel antiguo de tez
amarillenta, debido al paso del tiempo.
Sus manos no se detienen, se deslizan de un lado a otro del
piano, en medio de aquella habitación.
Ella, sentada en el sofá y con un dedo parado ante una tecla
de su máquina de escribir, no puede apartar la mirada de aquel hecho
extraordinario. La música la transporta a universos paralelos, donde todo es
obscuridad, excepto por una pequeña circunferencia que ilumina el silencioso
instrumento.
Él la mira, sin parar de tocar. La mira hasta que ella le
devuelve la mirada, con una extraña sensación de estar flotando en un espacio
endeble.
Cuando sus ojos se encuentran, esboza una tímida sonrisa.
Solo entonces ella sabe. Solo entonces comprende, aquella mirada tímida y
silenciosa, que no se aparta de su punto de vista, mientras una suave y lenta
melodía bate el espacio.
Y con esa mirada se dijeron todo lo que no puede decirse con
palabras o con música. Con una mirada expresaron lo que tanto tiempo habían
callado hasta ahora.
Una mirada bastó para hacerles saber, que el tiempo a partir
de entonces, correría en su favor.
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