martes, 2 de abril de 2013


UNA MIRADA

Sus manos se mueven con facilidad sobre las brillantes y blancas teclas de su piano. Con los ojos cerrados y con unos suaves movimientos de brazos y un ligero contoneo en el taburete de cuero negro, la música alcanza todas las esquinas de un enorme salón. Hasta los huecos más escondidos y olvidados de la casa son conscientes de lo que aquellas manos son capaces de hacer, solo con rozar una partitura escrita en un papel antiguo de tez amarillenta, debido al paso del tiempo.

Sus manos no se detienen, se deslizan de un lado a otro del piano, en medio de aquella habitación.

Ella, sentada en el sofá y con un dedo parado ante una tecla de su máquina de escribir, no puede apartar la mirada de aquel hecho extraordinario. La música la transporta a universos paralelos, donde todo es obscuridad, excepto por una pequeña circunferencia que ilumina el silencioso instrumento.

Él la mira, sin parar de tocar. La mira hasta que ella le devuelve la mirada, con una extraña sensación de estar flotando en un espacio endeble.

Cuando sus ojos se encuentran, esboza una tímida sonrisa. Solo entonces ella sabe. Solo entonces comprende, aquella mirada tímida y silenciosa, que no se aparta de su punto de vista, mientras una suave y lenta melodía bate el espacio.

Y con esa mirada se dijeron todo lo que no puede decirse con palabras o con música. Con una mirada expresaron lo que tanto tiempo habían callado hasta ahora.

Una mirada bastó para hacerles saber, que el tiempo a partir de entonces, correría en su favor.

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